lunes, 14 de junio de 2010

REALIDAD ECOLÓGICA Y MODA

Desde hace un tiempo atrás, las pasarelas han parecido tomar conciencia ecológica. Ya no son sólo los defensores de no usar pieles y todos aquellos que apuestan por tejidos puramente naturales y orgánicos sino que algunos desfiles son un auténtico alegato de la madre Natura aunque se incluyan pieles en el mismo o la firma que los hace haya tenido una tradición de peletería y/o marroquinería.

Así, en la última pasarela parisina pudimos ver a diseñadores como Jean Paul Gaultier con una propuesta de modelos bien coloridos que parecían traspasados directamente de la montaña o de una riada virgen. El calentamiento global y todo eso que algunos consideran una auténtica patraña alarmista encabezada por el Nobel de la Paz Al Gore ha traspasado lo político y lo económico y se instala en lugares como el mundo de la moda. A todo esto contribuye el boom surgido desde la película Avatar, y precisamente fue la propia pasarela de francesa la que pareció adoptar seres de esta fábula completamente metafórica para desfilar por la misma como en el caso de la casa Balenciaga y la inspiración que tomó del film con el maquillaje de sus modelos o todo el mundo mágico de Sofia Kokosalaki (guardando siempre su estética de plisados y formas de la Grecia antigua que en mi opinión aún no ha sabido encontrar su lugar).

¿Realidad preocupante o una manera de aprovechar el tirón? La moda, muy sabia aunque se piense en ella como algo superficial que para algunos pensamientos roza lo artificial, ha sabido coger (aunque para mi gusto tarde) toda esa nueva onda de ecologismo exacerbado y mostrarlo a los ojos del resto aunque luego de puertas para adentro todo sea bien diferente. Ahí el engaño: nos dan una píldora de humanidad e ideas para vivir mejor, nos bombardean con verdes y azules, con formas naturales pero luego toda la verdad y nada más que la verdad queda en el atelier y de eso poco o nada.

Imagino a diseñadoras como Stella McCartney tirándose de los pelos. Ella, ecologista convencida, que durante tantos años ha luchado por la causa con verdadera convicción ha perdido el tren de mostrar desde lo más alto toda esa ropa que en apariencia se muestra tan natural y respetuosa con el planeta. Claro que esta inglesa de padre ilustre que rechazó trabajar para Gucci bajo recomendación de Tom Ford por el uso de pieles de la mítica casa italiana es la que verdaderamente sigue a raja tabla sus postulados y sólo hay que ver y tocar sus prendas con atención. No por no haber sido natural-colorista en exceso en sus anteriores trabajos y no enseñarnos verdes, marrones y azules a mansalva es la menos ecológica de todas, al contrario: incluso su línea de cosmética está hecha a base de productos naturales y no se sacrifican animales para la elaboración y el testado de las misma. Incluso su propia firma destina parte del dinero recaudado a una ONG que la propia diseñadora impulsó hace años así como a otras organizaciones en defensa de la naturaleza. ¡Pero si incluso hubo un tiempo que su tienda de Londres contenía un invernadero con tomateras!

Y ahora dime, Stella ¿te arrepientes de habernos entregado aquella maravillosa americana larga de solapa estrecha en un rosa precioso que tanto te copió Zara hace tres temporadas y no haberla explotado en un verde que parecía salido de una platanera? Pues claro que no: otros nos han intentado vender prendas que parecían del Amazonas e incluso Ghesquière maquilló las cejas de colores avateros pero sólo tú y unos pocos vienen con la causa de raíz y la continúan. Ahí está también nuestro ilustre Adrover pese a quien le pese.

Así es la moda en ocasiones aunque tenga muy buen propósito final: algo que parece y que realmente no es. Incluso para aquellos que piensan que es algo banal, que tampoco lo es, porque repito: nada es lo que parece y mucho menos en el mundo de la moda. Atención a su fuerza y tirón influencial a pie de calle: yo ya he visto a chicos con las cejas decoloradas que parecen salir de la película de James Cameron o del propio desfile de Balenciaga. Lo que no sabemos es si reciclan o no: eso ya forma parte de la intimidad de cada ser y de sus ideales mucho más allá del mundo de la estética y lo que algunos consideran como fashion (horrible apelativo que parece instalado perennemente entre nosotros y que lo usan aquellos/as que menos entienden de la propia moda).



W.

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