Desde hace un tiempo atrás, las pasarelas han parecido tomar conciencia ecológica. Ya no son sólo los defensores de no usar pieles y todos aquellos que apuestan por tejidos puramente naturales y orgánicos sino que algunos desfiles son un auténtico alegato de la madre Natura aunque se incluyan pieles en el mismo o la firma que los hace haya tenido una tradición de peletería y/o marroquinería.
Así, en la última pasarela parisina pudimos ver a diseñadores como Jean Paul Gaultier con una propuesta de modelos bien coloridos que parecían traspasados directamente de la montaña o de una riada virgen. El calentamiento global y todo eso que algunos consideran una auténtica patraña alarmista encabezada por el Nobel de la Paz Al Gore ha traspasado lo político y lo económico y se instala en lugares como el mundo de la moda. A todo esto contribuye el boom surgido desde la película Avatar, y precisamente fue la propia pasarela de francesa la que pareció adoptar seres de esta fábula completamente metafórica para desfilar por la misma como en el caso de la casa Balenciaga y la inspiración que tomó del film con el maquillaje de sus modelos o todo el mundo mágico de Sofia Kokosalaki (guardando siempre su estética de plisados y formas de la Grecia antigua que en mi opinión aún no ha sabido encontrar su lugar).
Y ahora dime, Stella ¿te arrepientes de habernos entregado aquella maravillosa americana larga de solapa estrecha en un rosa precioso que tanto te copió Zara hace tres temporadas y no haberla explotado en un verde que parecía salido de una platanera? Pues claro que no: otros nos han intentado vender prendas que parecían del Amazonas e incluso Ghesquière maquilló las cejas de colores avateros pero sólo tú y unos pocos vienen con la causa de raíz y la continúan. Ahí está también nuestro ilustre Adrover pese a quien le pese.
Así es la moda en ocasiones aunque tenga muy buen propósito final: algo que parece y que realmente no es. Incluso para aquellos que piensan que es algo banal, que tampoco lo es, porque repito: nada es lo que parece y mucho menos en el mundo de la moda. Atención a su fuerza y tirón influencial a pie de calle: yo ya he visto a chicos con las cejas decoloradas que parecen salir de la película de James Cameron o del propio desfile de Balenciaga. Lo que no sabemos es si reciclan o no: eso ya forma parte de la intimidad de cada ser y de sus ideales mucho más allá del mundo de la estética y lo que algunos consideran como fashion (horrible apelativo que parece instalado perennemente entre nosotros y que lo usan aquellos/as que menos entienden de la propia moda).
W.
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